lunes, 19 de septiembre de 2016

De amores y cuadernos

Muchos cuadernos, noches a puro Dolina y reflexiones adolescentes perdidas dentro de un word con extractos de mails viejos


Desde que aprendí a escribir me acompañaron los cuadernos. No solo los del colegio -que se me terminaban rápido, a juzgar la letra horrible que tenía de chico- sino otros, despelotados, con los que jugaba a inventar este y otros mundos: narraba historias paródicas de antihéroes subrealistas, llevaba los puntajes y la administración de los campeonatos que representaba con mis autitos de juguete, coleccionaba planos de ciudades inverosímiles (que urbanista que se perdió la FADU!), y llevaba la nómina completa de futbolistas de los clubes ficticios que disfrutaba inventar (junto con sus camisetas, su clásico rival y su estadio).
Con la adolescencia los cuadernos cambiaron de tenor. Comenzaron las poesías y las historias; mas adelante, con la guitarra, los cuadernos se llenaron de canciones, y de Quintas, séptimas, sostenidos y menores. A todos lados siempre llevaba algún cuaderno; allí anotaba, expresaba, me divertía.
Por las noches escuchaba la venganza será terrible. Una noche, en sus típicas reflexiones, Dolina comparó los amores con los cuadernos. Me reí mucho con esa ocurrencia; yo, un tipo que siempre tenía un cuadernito a mano, me había sentido muy representado. Y al día siguiente sentí la necesidad de tomar la idea del negro, de robarme algo de su genialidad: ¿cómo no jugar un rato y crear, y mezclar el amor, los fracasos del pasado, los sueños que vendrían, y quizá exagerar, pecar de ingenuo, hablar sin saber, equivocarme, con pasión e intensidad, decir cualquier cosa, como si no hubiera un mañana? Ser adolescente es un poco de todas esas cosas, por eso es tan duro y tan lindo a la vez. Porque a los 17, el mundo empieza y se termina todos los días, cada nuevo día.


Cada amor es como un cuaderno


Cada amor es como un cuaderno en el cual uno escribe frases, sucesos, equivocaciones, anécdotas, de vez en cuando algún poema, o alguna reflexión, digna del mas grande sabio o el mas grande ignorante.
Cuando empezamos un nuevo amor -o un nuevo cuaderno, mejor dicho- nos proponemos ser prolijos, hacer nuestra mejor letra, usar corrector si nos equivocamos, subrayar todos los títulos... con el tiempo nos damos cuenta que la prolijidad no es todo, y que un amor no siempre es como nos habíamos imaginado... y la letra se nos achueca, se hace demasiado inclinada o demasiado fea, las "a" se confunden con "o", empiezan los manchones y las tachaduras. Ante tanta desprolijidad a veces arrancamos algunas hojas... pero nuestro cuaderno no vuelve a ser nunca el mismo...
A veces dejamos un cuaderno por la mitad y empezamos uno nuevo... y volvemos a hacer lo mismo: a subrayar con colores hasta que se nos gasta la lapicera o se nos cansa la mano...
Hay veces -sobretodo en los veranos- que buscamos amores breves, de 24 hojas, como para que en dos semanas lo hayamos terminado. Otras veces buscamos momentos, amores que duren días horas, o incluso minutos. Esos amores son lo mas parecido a papeles sueltos. Pero de vez en cuando -muy de vez en cuando- aparece nuestro cuaderno de 100 hojas, ese que parece que nunca se termina, y del cual dejamos, por las dudas, al final, un par de hojas en blanco.
Hay amores grandes, como cuadernillos, o fuertes, de tapa dura, o pequeños, casi minúsculos, mas que cuadernos, libretitas. Podemos tener amores rayados (demasiado histéricos), cuadriculados (muy formales) o lisos (que nos permiten dibujar sin margenes que nos limiten...).
Es triste cuando perdés un cuaderno... es, en sí, una verdadera tragedia... Por el contrario, cuando encontrás uno, puede ser lo mas feliz de tu vida. Incluso hay personas que encuentran mas de uno: unas deciden con cual quedarse y otras se quedan con todos... escriben un poco en cada cuaderno... pero eso al final, no es feliz, ni justo.
Yo, por mi parte, todavía estoy buscando mi cuaderno, y he dejado algunos terminados y otros con alguna que otra hoja en blanco. Pero no me desanimo, porque se que este mundo es como una inmensa librería

Este post no iba a existir, pero redescubri el texto dentro de un archivo Word que contenía extractos de Mails viejos. Habia sido enviado estilo cadena a algunas pocas personas y nunca mas había visto la luz. Entre ellas estaba quien después se transformó en mi bibliorato, mas que cuaderno, Rocío. Es muy loco poder ver un escrito tan viejo (2004) y advertir el germen, la precuela, de quien uno es hoy. Estuve tentado en corregirlo, en quitarle el anteúltimo parrafo que me parecia el peor logrado y encima medio moralista, pero decidí dejarlo tal cual como habia sido tipeado alguna tarde por ese chico que alguna vez fui.

lunes, 22 de agosto de 2016

Una foto sonriendo y una frase de los Redondos

Hasta hace unos pocos años desaparecer de los lugares frecuentados, mudarse o perder un numero de telefono implicaban practicamente darle la espalda al mundo, borrarse, hacer un punto y aparte, no verse mas, guardar en el recuerdo y a seguir viviendo. Hoy la barrita de búsqueda de Facebook nos devuelve resultados inimaginados. Y Así, historias que debían terminar, continúan. Historias de nunca mas nos vimos, se reinician. Los finales definitivos o necesarios no quieren ser mas de la partida. Como dijera el gordo Casciari, parece que nos hemos vuelto unos heroes perezosos.
Hoy pareciera que no se nos puede perder el rastro. Aunque nos vayamos a jupiter nos pueden contactar. Sentado en el bondi, en el inodoro o al otro lado del mundo nos llega por igual un mensajito a nuestro celular. La posibilidad tecnológica es casi infinita, el perfil de facebook cuenta quienes somos, las fotos de instagram que cool y bien la pasamos y los hashtags de twitter que tan malos podemos ser bardeando a algún famoso. Nos etiquetamos junto a el o ella, mostramos lo felices que vivimos, lo bien que estamos, desde cualquier lado, tomando un café, de vacaciones en la c&%#4 del mono o de joda con 25 amigos.  Mas allá de que las fotos representan aquello que deseamos que vean los demás (¿o aquello que intenta tapar nuestras propias inseguridades talvez?) pueden tornarse un problema... ¿Que pasa si nos separamos y de golpe todo esa abundante actividad nos pesa o nos duele? ¿Se puede borrar el pasado? ¿Donde metemos esas fotos, que abundan en nuestro celular, en nuestro perfil y en todas partes, ademas de nuestra propia memoria? ¿Como sobrellevar el dolor, si cada tanto el amigo de un amigo comenta alguna pelotudés y por mas bloqueados que estemos volvemos a ver, otra vez, ese rostro que queriamos olvidar? ¿Como seguir, con el recuerdo siempre fresco, con los comentarios de las fotos felices, con los mails llenos de cariño, con el pasado escrito en un eterno presente? A continuación algunas reflexiones sobre el desamor en tiempos de facebook.

Arqueología de redes


Un camino para hacer frente a los recuerdos digitales que nos resultan incómodos es el método egipcio. Hubo una vez un faraón que se llamaba Akenatón. A lo Alfonsín, trasladó la capital del imperio y además impulsó una reforma religiosa sin precedentes. A los sacerdotes, guerreros y clase alta del imperio, la reforma no les gustó ni un poquito. Muerto el faraón, decidieron, literalmente, borrarlo de la historia: rompieron a mazasos las inscripciones con su nombre, destruyeron sus templos y utilizaron los bloques de piedra para construir nuevos monumentos. La jugada les salió bastante bien, pero el recuerdo pervivió: en algunas inscripciones y en las comunicaciones con otros imperios aparecía el nombre del faraón olvidado.
Si queremos hacer lo mismo con el recuerdo de un ex, los riesgos son similares. Podemos tener exito en reescribir nuestra historia, en borrar cada fragmento de su existencia, en quitar de nuestra vista cada palabra suya de nuestro muro. Pero cada tanto pueden aparecer cosas que no manejamos. Un fortuito me gusta puede visibilizar alguna foto vieja, un comentario, una publicación que no podemos borrar, en el perfil de un amigo o en el de un familiar. En ese momento nos damos cuenta que el desamor, como el amor es un juego. Un juego en el que perdemos, cada vez que nos acordamos que estamos jugando.

Actividades grupales


La gente se apoya en las redes, en los contactos. Aparecen los amigos y los agradecimientos.   Las amigas sentencian: ese tipo no te convenía. Los amigos reflexionan: el mundo está lleno de minas. Las chicas parecen mas lindas, cuando están recien peleadas, como un plus que les da el universo para superar el mal trago; el pelo al viento, plataformas: son diosas. Los hombres se ven gordos y deprimidos, hasta que empiezan el gimnasio o van a jugar a la pelota cada tanto; se compran un par de pilchas, y otra vez al ruedo. Salgamos! -se escucha al inísono a ambos lados de la ciudad-. Las jodas se vuelven furiosas, el placer inusitado. Hombres y mujeres, un fugaz recuerdo, el alcohol, un compañero. Todo va bien hasta el bajón de las cuatro de la mañana. Bajo las estrellas, en el fresco de la noche, lloran. Solos o acompañados por los besos ebrios de un compañero ocasional. Extrañan la compañía, los besos tibios de las mañanas, las horas perdidas, el soñar juntos un futuro que ya no existe. Entonces, no queda otra cosa mas que aprender del dolor y esperar a que amanezca.


La inteligencia del dolor


Cuando nos encontramos solos después de un tiempo de noviar es difícil: reencontrarse con uno mismo, bancarse sentimentalmente desnudo. Pueden pasar tres cosas: que se banque, que se banque tortuosamente o que no se banque. Algunos no se lo bancan: Vuelven al poco tiempo con la misma persona, o con otra, pero en general reproduciendo mucho de lo dejado atrás.
Otros soportan con naturalidad. Entienden que es parte de la vida y siguen adelante. Será lo que será o sino no será nada, dicen, cuando se ponen sanmartinianos. Quizá amaron poco, quizá amaron bien. El que lo dio todo tiene pocos reproches, el que no dio nada, también.
Por su parte, los que son dejados, por lo general, sufren tortuosamente. Se rompen la cabeza contra la pared, se deshacen en preguntas, no lo pueden aceptar. De alguna manera, si no hacemos alguna clase de ciclo virtuoso del dolor eso no tiene sentido, porque el dolor ya de por sí es doloroso para que encima seamos tan idiotas de no aprender nada de él. Un par de peliculas pueden ayudarnos a pensar esto.
En No sos vos soy yo, Javier (Diego Peretti) es un médico cirujano que, de un día para el otro, es abandonado por su mujer (Soledad Villamil). Javier pasa meses con un dolor inmenso, sin poder reencauzar su vida. Va al psicologo, se compra un perro, se reune con una pareja amiga, intenta volver a sus tiempos de galán. Nada funciona. Tropieza una y otra vez con su propio patetismo. No puede dejar de pensar en ella, solo quiere que ella vuelva, no puede superar la pérdida.
En (500) Days of Summer, le pasa algo parecido a Tom (interpretado por el actor y posible clon de Luciano Pereyra, Joseph Gordon-Levit). Tom se enamora perdidamente de Summer (Zooey Deschanel), la chica nueva de la oficina, y ella parece corresponderle: Van al cine, a comer, a Ikea... Tom quiere amor para toda la vida, Summer solo algo casual. Vemos el devenir de Tom, desde el cielo al infierno, pasando por el supermercado de la vuelta, al que va en bata y pantuflas a comprar leche y whisky para sobrellevar sus momentos mas depresivos. Los saltos temporales en el relato (La peli no sigue un orden cronologico tradicional) nos ayudan a matizar lo que sucede, y los vaivenes del amor y el desamor; Tom parece buscar en el recuerdo de cada minuto pasado con ella, indicios, aún los mas mínimos, para entender que ha sucedido.
¿Como salir? Sin intentar hacer spoilers demasiado grandes, se puede decir que no hay salidas simples: Es un proceso, en el cual, después de tanto palo eclosiona un individuo mejorado, con el cuero mas duro, pero con la cabeza mas liviana. Después de tocar fondo, solo se puede subir, y para eso debemos permitirnos saber para donde queda el arriba y ademas dejar de nadar contra el piso: sabiduría, menos capricho y aceptación. En algún momento nos tenemos que levantar, juntar lo que queda de nuestros pedazos, y armar algo. Tom, en la escena mas tipicamente yanqui de la peli, sale desde el fondo con todas sus fuerzas y redescubre su antigua vocación. Javier, mas terrenal, mas argentino, de a poquito va saliendo de su pena, sin antes dejar de enfrentar la prueba mas dura de todas.

La foto de perfil


Es facil detectar cuando una mujer cambia su estado sentimiental nuevamente a soltera. De golpe en su foto de perfil está sola, ya no está mas el novio: desapareció. Una foto nueva de perfil identifica a alguien que esta en un nuevo comienzo. Es casi como el lanzamiento de un nuevo producto al mercado. Una nueva imagen. En cierta medida es asi: es el lanzamiento al mercado sentimental. Existen, creo yo, dos estilos bien definidos. Por un lado el estilo “cuarteles de invierno”: fotos reflexivas, borrosas, bucólicas, incidentales. Fotos de portada de paisajes, mucho “soltar” y algunas palabras orientalizadas a pesar de nuestra experiencia netamente occidental. Las chicas se guardan para un duro invierno o para inmiscuirse en la reflexion mas profunda del yo. Limpiamos el alma y por ahí -quien te dice- capaz algo pica. Esto puede dar paso -o no- a un segundo estilo que yo llamaría “a la carga mis valientes” mas típico de periodos estivales, proclives a las fotos en bikini mostrando la mercadería para aquel que quiera y pueda comprar. En medio de ambos estilos se encuentra un justo medio que encuadra cierta sobriedad pero iguales intenciones de relanzamiento: selfies narcisas, estilo despojado y algo de color en los labios, una foto sonriendo y una frase de los redondos; para salir al mundo y para que el mundo nuevamente las invite a salir.

miércoles, 27 de julio de 2016

El chico de la obra social

En mi corta experiencia como técnico en una fábrica, debía efectuar controles y mediciones en equipos eléctricos y tableros conectados a altas tensiones. La mayoría de esos equipos tenían muchas medidas de seguridad y protecciones, pero algunas mediciones debía efectuarlas sobre tableros mas viejos y conexiones no tan seguras. En condiciones normales no existían mayores riesgos, pero lo cierto es que técnicamente mi vida estaba en mis manos. Morir era puentear el punto A con el B, que estaban allí, al alcance de la mano. Si me resbalo y me caigo y sin querer me agarro de acá, ya está, la quedo -pensaba las primeras veces que, pinza amperométrica en mano, realizaba esas mediciones. Al mes ya me había acostumbrado, ya no temía, en cada movimiento, por mi vida.  Porque con el tiempo, el contacto permanente con la materia con la cual se trabaja uno naturaliza, se acostumbra, pierde de vista lo complejo de aquello que esta realizando. Sin embargo el acostumbrarse también tiene un aspecto dificultoso, mas si la materia con que uno trabaja es la gente: es difícil ponerse en el lugar del otro, recordar que somos personas, tener empatía.
Atender al publico en el registro del automotor es una tarea complicada, no tanto por la necesidad de conocer los vericuetos de los tramites que se presentan, sino por el contacto cara a cara con los usuarios. Uno es la cara visible de un organismo al que casi nadie concurre con gusto, y por tanto es la membrana plasmática, el interlocutor, el nexo, entre lo que pasa adentro y lo que pasa afuera.

jueves, 30 de junio de 2016

El berretín del Ruso

Alejandro Dolina, en un maravilloso relato de su libro Cŕonicas del angel Gris, nos contaba la peculiar historia del Ruso Salzman:

El ruso Salzman tuvo muchas novias. Y a decir verdad solía dejarlas al poco tiempo. Sin embargo jamás se olvidaba de ellas.
Todas las noches sus antiguos amores se le presentaban por turno en forma de pesadilla. Y Salzman lloraba por la ausencia de ellas.
La primera novia, la verdulera de Burzaco, la pelirroja de Villa Luro, la inglesa de La Lucila, la arquitecta de Palermo, la modista de Ciudadela. Y también las novias que nunca tuvo: la que no lo quiso, la que vio una sola vez en el puerto, la que le vendió un par de zapatos, la que desapareció en un zaguán antes de cruzarse con él.
Después Salzman lloraba por las novias futuras que aun no habían llegado. Los hombres sabios no se burlaban del ruso pues comprendían que estaba poseído del más sagrado berretin cósmico: el hombre quería vivir todas las vidas y estaba condenado a transitar solamente por una.
Aprendan a soñar los que se contentan con sacar la lotería...


domingo, 5 de junio de 2016

Algunos recuerdos traumáticos que pasamos con la selección

Comienza la copa América Centenario en Estados Unidos. La copa América, ese certamen que organiza la conmebol y que juegan casi todos los países sudamericanos y Estados Unidos, ese país donde los negros juegan basquet, los blancos beisbol, las mujeres Soccer y los funcionarios de la FIFA largos partidos de ping pong en los tribunales federales.

Al comenzar un nuevo torneo sentimos por un lado la emoción de que la selección se esté jugando cosas importantes, y por el otro, el miedo a que justamente esa misma selección nos desilusione horriblemente quedándose en el camino. El equipo nacional viene cebolleando con ganas durante los últimos años: en las copas Americas de 2003, 2007 y 2015 y en el Mundial de Brasil 2014 el objetivo quedó ahí nomás. Hoy, con una AFA casi desintegrada, proyectos extraños sobre superligas y fuertes quilombetes de guita, Messi, el Tata y compañía esperan terminar con la sequía de títulos que arrastra la selección desde 1993. Con el objetivo de exhorcizar antiguos demonios, relataremos varios recuerdos traumáticos sobre la selección en competencias internacionales.

sábado, 14 de mayo de 2016

El mejor cinco

Si la vida se pareciera mas al fútbol cada familia sería como un pequeño equipo: duros y aguerridos -defensivos- algunos y otros mas líricos y volados, mas preocupados por disfrutar el fútbol como si fuera un arte, que en mantener el cero en el arco propio. Algunas con buenos campos de entrenamientos y todas las comodidades y otras con el campo de juego arruinado, pero afrontando cada compromiso con altura, pese a llevar varios meses sin cobrar. 

Algunas transitando la notoriedad del apellido y otras llevando al apellido como quien lleva los trapos hacia cualquier cancha, para desplegarlos de par en par en la cabecera y sentir el orgullo de los colores y saltar y cantar, aunque estemos en silencio en una mesa ajena.

domingo, 10 de abril de 2016

Canciones hermosas y donde encontrarlas

Mis primeras aproximaciones a la música fueron influencia de mi vieja. Fue un aporte pequeño, pero fundamental: una vez me contó una historia de su adolescencia y me cantó una canción de Sui Generis. Esa canción, creo que era Natalio Ruiz, me llegó al corazón como si fuese una canción de cuna; me enamoré del pasado y me enamoré de la melancolía de esas canciones hermosas. Y desde ese día, y para siempre, recorrí los diales, los artistas, y los discos, buscando canciones así.

sábado, 9 de enero de 2016

La máquina de mirar

1.

Cinema Verité es la séptima canción del cuarto disco de Serú Girán. En Ella, Charly Garcia, el autor de la pieza, nos introduce en la “descripción densa” de una escena en la playa, en la que el tipo de un Mercedes Benz camina como Tarzán intentando impresionar a “una chica tonta más, bajo el sol”. La canción se torna un video cantado cuando Garcia saca su “Máquina de Mirar”, y nos termina de pintar los pormenores de la escena.
Siempre me gustó esa canción, pero nunca había prestado demasiada atención a su letra. O al menos no había representado demasiado para mí. Hasta que un día, en un colectivo desbordado y con el aire denso, yendo para el trabajo, comprendí.

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