Si la vida se pareciera mas al fútbol cada familia sería como un
pequeño equipo: duros y aguerridos -defensivos- algunos y otros mas
líricos y volados, mas preocupados por disfrutar el fútbol como si
fuera un arte, que en mantener el cero en el arco propio. Algunas con
buenos campos de entrenamientos y todas las comodidades y otras con
el campo de juego arruinado, pero afrontando cada compromiso con
altura, pese a llevar varios meses sin cobrar.
Algunas transitando la
notoriedad del apellido y otras llevando al apellido como quien lleva
los trapos hacia cualquier cancha, para desplegarlos de par en par en
la cabecera y sentir el orgullo de los colores y saltar y cantar,
aunque estemos en silencio en una mesa ajena.